Javier Leoz
Delegado de Religiosidad
Popular (Pamplona-Navarra)
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Entre
la tradición y el futuro, el pueblo quiere vivir las mejores esencias de su
identidad cultural. Lo religioso está en su alma. Con unos contrastes muy significativos:
la mayor parte de la población se confiesa católica y, al mismo tiempo,
con índices muy bajos de práctica religiosa dominical. Con multitudinarias manifestaciones
religiosas externas, y escandalosos índices de pobreza y marginación.
Con maravillosos templos, y sorprendentes carencias de estructuras adecuadas
para el diálogo entre la fe y la cultura. Con numerosas Cofradías y escasa
participación en asociaciones y movimientos apostólicos. Con abundancia de signos religiosos, y más que señales
de un anticlericalismo militante.(M.Carlos Amigo. Cardenal
emérito de Sevilla)
1.Ante el olvido de
la fe, las cofradías, pueden contribuir al retorno a lo sagrado. Como
condición indispensable se requiere un análisis: ¿Como simple y fácil recuperación
de lo popular, folclórico, cultural, histórico o como fenómeno religioso y
sentido cristiano?
2.La Iglesia no puede
potenciar, ante la NE, la RP a cualquier precio y sin un objetivo claro. La
NE nos tiene que llevar a proponer y
acoger a Cristo como Buena Noticia. Quedarnos en una exaltación de las raíces
de nuestra tierra, en una fiesta popular u ocasión para el disfrute, no es
suficiente (aunque, la celebración cristiana, implique luego todo ello).
3.La credibilidad de
la Iglesia, además de su rostro caritativo, debe ir acompañada del testimonio
ejemplar de los grupos evangelizadores que se dan en su interior. Las
cofradías, por fines estatutarios e identidad cristiana, se tienen que
comprometer activamente en la promoción de la justicia y el apoyo a los más
necesitados a través de las instituciones que viven en el marco eclesial:
cáritas, manos unidas, cáritas parroquial, etc.
4. La
Iglesia, como decía Pablo VI, existe para evangelizar, es decir, para poner la vida y doctrina del Evangelio
en todas las realidades humanas en las que nos podemos mover y teniendo en cuenta
que la Iglesia no existe para adaptarse al mundo, sino para evangelizarlo. Las cofradías, sin esta
visión y sin este cometido, pueden convertirse en un elemento paralelo a los
fines y proyectos de la misma Iglesia. Una cofradía que no tenga una acción
evangelizadora, educadora y con proyección evangélica puede caer en un
sincretismo religioso peligroso.
5.¿Qué es una
cofradía? ¿Una asociación de personas con unos objetivos más o menos
inmediatos? ¡No! ¡Es mucho más! Debiera de ser una forma de entender y de vivir
el Evangelio: con, por y en la Iglesia.
El esfuerzo del cofrade no sólo tiene que ser el físico, cultural, identitario
o social. Debe de aspirar a más: a ser cristiano. A modelar su vida con aquello
que dice defender, promover y mantener. Se puede dar el caso en que, una
Hermandad, gire en torno a la veneración de unas imágenes pero que haya perdido
el sentido y conocimiento del por qué y para qué se hicieron: el encuentro
personal con Cristo (con María, los santos…) y la conversión personal o de
conjunto al Evangelio.
6.Las cofradías para
ser un camino que nos conduzcan hasta Cristo deben de tener los medios
técnicos, espirituales y humanos necesarios para su formación, conocimiento
y asentimiento a la fe en Cristo y a su comunión con toda la Iglesia. La
Palabra, los Sacramentos y la Caridad pueden ser el trípode donde se asiente
una verdadera cofradía cristiana. Para que eso sea así urge el compromiso serio
(no como elemento colorista, protocolario o de distinción) del Prior o
sacerdote dedicado a purificar, acrecentar el espíritu cristiano y eclesial de
toda cofradía. La desviación de muchas cofradías y hermandades reside muchas
veces en la imposibilidad que tienen de contar con un sacerdote, capellán,
prior….que les haga recuperar, consolidar, recordar y poner al día el origen y
sentido de las mismas.
7.La pastoral del
cofrade es urgente. Tanto más cuando, miles de personas, acuden a la RP
atraídos por distintos valores. Discernir las diversas actividades,
purificarlas y llenarlas de un contenido religioso es el gran reto que se nos
presenta para que, la RP, no degenere en otras formas extrañas o incluso ajenas
o escandalosas a la fe.
8.Culto y fe vivida,
culto y fe celebrada, culto y caridad son realidades que no podemos separar de
la RP. Las manifestaciones religiosas nos deben de llevar a un conocimiento
de Cristo, de su Evangelio y del sentido de su muerte y resurrección. La
formación es indispensable para saber por qué pertenecemos a una Hermandad o
Cofradía. Su razón y su fuerza es el Señor.
9. "La
religiosidad popular no solamente es objeto de evangelización sino que, en cuanto contiene encarnada la Palabra de Dios, es
una forma activa con la cual el pueblo se
evangeliza continuamente a sí mismo" (Puebla...
450). Urge, por tanto, afirmar el carácter
religioso de la piedad popular. No podemos consentir que, fuerzas extrañas,
nos roben este patrimonio inmaterial queriéndolo manipular desde una óptica
secular, cultural, social o incluso económica.
10. Profesión de fe en Dios y en la Iglesia. La RP puede derivar en un
camino ajeno o, incluso, aséptico hacia las verdades fundamentales de la fe
cristiana y de la misma Iglesia. La RP no está basada en el pueblo sino en la
experiencia que el pueblo ha tenido de Dios y lo ha conformado en diversas
expresiones de piedad popular. Una RP sin Dios es, simplemente, una expresión
popular del pueblo pero sin la presencia intensa de lo divino.
11. Hay que aceptar el hecho, la extensión, la participación
multitudinaria, la sinceridad de muchos, la ignorancia disculpable de otros, y
la posibilidad de que Dios hable a todos. Es verdad que se puede distorsionar
ese lenguaje divino. Habrá, pues, que estar atento y no cansarse de ayudar a
descubrir la autenticidad del misterio en el que se cree. Valores humanos y
sociales, pero sobre todo incuestionablemente religiosos y cristianos, aunque sentidos
y vividos en una identificación con las propias raíces religiosas y culturales,
pero que nunca pueden reducirse a un simple fenómeno cultural, folclórico,
intrascendente. ( M.Amigó)
12. Integración
de la religiosidad popular en una pastoral renovada. "Se necesita un discernimiento pastoral para sostener y
apoyar la religiosidad popular y, llegado el caso, para purificar y rectificar el
sentido religioso que subyace en estas devociones y para hacerlas progresar en el conocimiento
del Misterio de Cristo (cf CT 54). Su ejercicio
está sometido al cuidado y al juicio de los obispos, y a las normas
generales de la Iglesia" (Catecismo
de la Iglesia católica 1676).
13.Recuperar el terreno religioso en numerosas prácticas de piedad que han
derivado en exaltaciones festivas, culturales o sociales es otro de los retos
que tenemos por delante en la NE. Sin olvidar la cultura (con los deseos de
transformarla y enriquecerla) pero evitando que todo el aparato mediático se
apodere o eclipse el auténtico sentido de la RP que es la experiencia de Dios.
Hay que hacer lo posible por superar la confrontación o indiferencia entre la
piedad popular y la acción litúrgica. La segunda, desde luego, da vigor, fuerza
y purificación a la primera. La primera expresa los misterios celebrados en la
segunda.
14.El fin supremo de toda RP es precisamente vivir los misterios centrales
de la Redención de Cristo, cumplir sus mandamientos y dar testimonio de esa
fe y de esa esperanza: la resurrección.
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