En Chauchina, el 9 de abril de 1906, a una virtuosa anciana llamada Rosario Granados Martin,
apoyada en el respaldo de una silla, por no poder caminar de otra
manera, se dirigía muy de mañana a las afueras del poblado para curarse
las llagas purulentas que hace mas de tres años padecía en la pierna y
cuyo estado nauseabundo obligaba a huir de ella a cuantas personas la
encontraban. Abrumada iba la triste anciana, cuando vio que hacia ella
venia una dama enlutada, llevando en sus manos un modesto rosario negro,
la cual detúvose a preguntarle qué le sucedía. Contestóle Rosario que
estaba casi desesperada, porque ni Dios ni la Virgen se dignaban oírla.
Mandóle entonces la Señora que siguiera sus pasos hacia el cementerio,
oído lo cual, la anciana soltó la silla que le servia de sostén y con
gran agilidad, que sorprendió a los que la vieron, siguió a la Señora
por la angosta vereda, hasta llegar a un arroyo donde la Señora le dio
la mano para ayudarle a pasar y como Rosario alargase la suya para asir
la de la Señora, un joven que la vio en tal actitud, juzgó que estaba
loca. Una vecina de las ultimas casas del pueblo la invitó a descansar y
como rehusara hacerlo por ir siguiendo a una Señora de "ojos
hermosísimos y cara llena de gracia ", la tomó por ilusa.
Llegó por fin al cementerio y la
Señora enlutada le dijo con acento de compasión y tristeza "Oremos por
los desgraciados del mundo que no temen la Divina Justicia ". En seguida
y puestas ambas de rodillas en el umbral del cementerio, comenzaron el
rezo del rosario observando la anciana la reverencia y devoción con que
la Señora pronunciaba el nombre de Dios Padre. No había terminado el
rosario, cuando la anciana sintióse adormecida por dulcísimo éxtasis, a
cuyo despertar se sintió completamente curada. Corrió presurosa
preguntando por la Señora y nadie supo darle razón de ella. Conmovióse
el pueblo a la vista de la prodigiosa curación, la prensa granadina
comentó el hecho, al parecer milagroso y Chauchina y los pueblos
comarcanos se persuadieron de que la misteriosa enlutada fue la
Santísima Virgen, conocida bajo la advocación del Pincho, por el espino
junto al cual se apareció primeramente y de los Dolores, por las negras
vestiduras que llevaba la misteriosa aparecida.
Dulcísima Madre mía, a quien venero con todo mi afecto bajo el nombre de Nuestra Señora del Espino: cada vez que me acuerdo de las gracias singulares e innumerables misericordias que habéis dispensado a los que con fe viva, firme esperanza y corazón devoto os han invocado, se llena mi alma de gozo, mis ojos de lágrimas de ternura, y mi lengua os bendice y os alaba. Espero que me oiréis benigna, cuando os llame en mis trabajos, que me consolaréis en mis aflicciones, y que seréis el escudo fuerte que me defienda en el tiempo de la tentación. ¡Oh Virgen Satísima del Espino! Madre mía, Abogada mía, Refugio mío, yo temo que mis oraciones no han de ir bien encaminadas, si vos no las dirigís; que mis súplicas y peticiones no han de ser atendidas, si vos no las presentáis, y que mi alma ha de perderse, si vos no la amparáis. Presentad, pues, mis peticiones, mis necesidades, mi pobre alma ante el trono de vuestro divino Hijo Jesús, para que remedie todas mis necesidades, y me otorgue lo que especialmente pido por vuestra intercesión en esta Oración. Alabada seáis, madre mía: alabado sea vuestro dulcísimo nombre; y tenga yo la dicha de alabaros ahora y por siempre en el cielo. Amén.
La Virgen del Espino se pasea por las calles
de chauchina, entre el cariño y devoción de sus hijos. Para nuestra
Hermandad es un honor acompañaros un año más y vivir tal demostración de
Fe y Amor hacia nuestra madre. Enhorabuena a la Hermandad
Sacramental de Ntra. Sra. del Espino Coronada, a su Hermano Mayor,
Capataz, Cuerpo de Costaleros y demas por la organizacion y el cariño con
el que nos recibis. Nos sentimos como en familia.
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