miércoles, 10 de abril de 2013

NUESTRA SEÑORA DEL ESPINO

En Chauchina, el 9 de abril de 1906, a una virtuosa anciana llamada Rosario Granados Martin, apoyada en el respaldo de una silla, por no poder caminar de otra manera, se dirigía muy de mañana a las afueras del poblado para curarse las llagas purulentas que hace mas de tres años padecía en la pierna y cuyo estado nauseabundo obligaba a huir de ella a cuantas personas la encontraban. Abrumada iba la triste anciana, cuando vio que hacia ella venia una dama enlutada, llevando en sus manos un modesto rosario negro, la cual detúvose a preguntarle qué le sucedía. Contestóle Rosario que estaba casi desesperada, porque ni Dios ni la Virgen se dignaban oírla. Mandóle entonces la Señora que siguiera sus pasos hacia el cementerio, oído lo cual, la anciana soltó la silla que le servia de sostén y con gran agilidad, que sorprendió a los que la vieron, siguió a la Señora por la angosta vereda, hasta llegar a un arroyo donde la Señora le dio la mano para ayudarle a pasar y como Rosario alargase la suya para asir la de la Señora, un joven que la vio en tal actitud, juzgó que estaba loca. Una vecina de las ultimas casas del pueblo la invitó a descansar y como rehusara hacerlo por ir siguiendo a una Señora de "ojos hermosísimos y cara llena de gracia ", la tomó por ilusa.
Llegó por fin al cementerio y la Señora enlutada le dijo con acento de compasión y tristeza "Oremos por los desgraciados del mundo que no temen la Divina Justicia ". En seguida y puestas ambas de rodillas en el umbral del cementerio, comenzaron el rezo del rosario observando la anciana la reverencia y devoción con que la Señora pronunciaba el nombre de Dios Padre. No había terminado el rosario, cuando la anciana sintióse adormecida por dulcísimo éxtasis, a cuyo despertar se sintió completamente curada. Corrió presurosa preguntando por la Señora y nadie supo darle razón de ella. Conmovióse el pueblo a la vista de la prodigiosa curación, la prensa granadina comentó el hecho, al parecer milagroso y Chauchina y los pueblos comarcanos se persuadieron de que la misteriosa enlutada fue la Santísima Virgen, conocida bajo la advocación del Pincho, por el espino junto al cual se apareció primeramente y de los Dolores, por las negras vestiduras que llevaba la misteriosa aparecida.

Una pobre estampa, rodeada de rústicas piedras, fue el primer monumento que la piadosa gratitud de Rosario levantó a la Santísima Virgen. Un piadoso matrimonio levantó una capilla espléndidamente dotada para el culto; y junto a esa capilla ya ampliada porque era incapaz de contener las multitudes que en fervorosas romerías acuden de muchos pueblos, se levanta la esbelta silueta de un monasterio de Capuchinas, llevado allí por la piedad del Excmo. Sr. Cardenal Arzobispo, D. Vicente Casanova y Marzal, para que adorando al Santísimo Sacramento y viviendo en perpetua oración y penitencia por los pecados del mundo, cumpliesen los deseos de la Santísima Virgen. En efecto, antes de morir manifestó Rosario a un Padre Capuchino que la Santísima Virgen le había dicho: "Quiero que en este lugar se dé culto al Santísimo Sacramento, por religiosas franciscanas".
 


Dulcísima Madre mía, a quien venero con todo mi afecto bajo el nombre de Nuestra Señora del Espino: cada vez que me acuerdo de las gracias singulares e innumerables misericordias que habéis dispensado a los que con fe viva, firme esperanza y corazón devoto os han invocado, se llena mi alma de gozo, mis ojos de lágrimas de ternura, y mi lengua os bendice y os alaba. Espero que me oiréis benigna, cuando os llame en mis trabajos, que me consolaréis en mis aflicciones, y que seréis el escudo fuerte que me defienda en el tiempo de la tentación. ¡Oh Virgen Satísima del Espino! Madre mía, Abogada mía, Refugio mío, yo temo que mis oraciones no han de ir bien encaminadas, si vos no las dirigís; que mis súplicas y peticiones no han de ser atendidas, si vos no las presentáis, y que mi alma ha de perderse, si vos no la amparáis. Presentad, pues, mis peticiones, mis necesidades, mi pobre alma ante el trono de vuestro divino Hijo Jesús, para que remedie todas mis necesidades, y me otorgue lo que especialmente pido por vuestra intercesión en esta Oración. Alabada seáis, madre mía: alabado sea vuestro dulcísimo nombre; y tenga yo la dicha de alabaros ahora y por siempre en el cielo. Amén.

 La Virgen del Espino se pasea por las calles de chauchina, entre el cariño y devoción de sus hijos. Para nuestra Hermandad es un honor acompañaros un año más y vivir tal demostración de Fe y Amor hacia nuestra madre. Enhorabuena a la Hermandad Sacramental de Ntra. Sra. del Espino Coronada, a su Hermano Mayor, Capataz, Cuerpo de Costaleros y demas por la organizacion y el cariño con el que nos recibis. Nos sentimos como en familia.

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